
Las autoridades de la capital china prohibieron a los habitantes comer en restaurantes y cerraron otros establecimientos ante una nueva escalada de casos de COVID-19. La estrategia del Gobierno chino sigue siendo “cero COVID”, cueste lo que cueste. Algunos habitantes temen que su ciudad corra con la misma suerte que Shanghái, donde estrictos y prolongados confinamientos agotan la paciencia de los ciudadanos.